Una tarde de invierno por la zona del Abasto nos cruzamos con Sergio Bufi, voz y líder artístico del proyecto musical llamado «Serfers». La banda toca mañana, domingo 11 de junio, en La Trastienda, y está preparando su primer disco llamado Atmósfera nocturna», el cual verá la luz durante la segunda mitad de este año. Escena actual, composición, trabajo y estilo de vida fueron algunos de los puntos que tocamos en un charla más que productiva.
¿Cuál es el concepto que rodea a “Serfers”?
El nombre encierra una búsqueda a partir de mis pasiones con el surf, skate y longboard, decidí buscar un nombre que me permita trabajar mi costado artístico desde ahí. “Serfers” encierra esa búsqueda del ser humano de ser uno mismo, sin perder la calma.
¿En qué momento está la banda hoy?
Estamos de pie, arriba de la ola u onda sonoras. Lanzamos la primera oleada de canciones el año pasado, e hicimos varios shows representativos, entre ellos telonear a Pete Doherty en Club Araoz. Por suerte tuvimos shows en radio, como Vorterix y de ahí desembocamos en La Trastienda, un show que luego nos va a permitir proyectar la carrera de otra manera.
Tienen 5 canciones editadas en un EP. ¿Van a esperar a juntar una cantidad de 10 o 12 o van a salir con menos porque no se aguantan tenerlas?
Hoy en día poder grabar pocas canciones y lanzarlas nos permite ecualizarnos a todas las bandas, la escena está muy compleja y hoy hay que trabajar y romperse, en el buen sentido, arriba del escenario sino la cosa no se mueve.
¿Cómo manejas la composición de las canciones? ¿Al estar tan saturado todo sentís una presión en el momento de crear?
No, porque nunca me gustó la parte corporativa del asunto, hago música porque la siento y siempre me paro desde la parte de la diversión a la hora de cantar y tocar la guitarra, de otra forma no lo haría. En la época de “Mole” todo se hacía de otra manera, obviamente lo volvería hacer, pero no lo elijo para Serfers.
Sergio se te nota en una etapa libertaria de tu vida artística. ¿Cómo se complementa la banda en todo eso?
Las letras llevan una introspección, y la mayoría de las veces compongo solo, pero cuando las llevo a la sala, Alejandro y Ariel las interpretan de manera increíble y las llevan a un próximo nivel. Ale lo armoniza a raíz de su experiencia, Ari las humaniza a partir de la batería porque trabajo mucho con las compus yo.
