Guasones lleva casi 35 años sobre los escenarios, una historia construida a base de giras incansables por Argentina, América y Europa. Con cada show, reafirman que el rock sigue más vigente que nunca. Y si hay un lugar que siempre los recibe con los brazos abiertos, ese es Cosquín Rock. Una vez más, la banda pisó fuerte en uno de los escenarios principales, entregando un show que fue un viaje por sus clásicos más emblemáticos.
Desde temprano, el público dejó en claro que esperaba ansioso ese momento. Las banderas flameaban alto, las remeras de la banda dominaban la multitud y el espíritu de cancha que caracteriza sus recitales se hacía sentir en cada rincón. Porque Guasones no es solo una banda: es una identidad, una hermandad musical que trasciende el tiempo y las modas.
Facundo Soto, con su presencia inquebrantable, volvió a demostrar por qué es uno de los grandes frontman del rock argentino. Caminó el escenario con seguridad, conectó con la gente y su voz, intacta, brilló sobre la base sólida de una banda que suena más ajustada que nunca. Cada acorde fue un guiño a la nostalgia y, al mismo tiempo, una reafirmación de que su música sigue latiendo fuerte en el corazón de sus seguidores.
Cosquín Rock fue, una vez más, testigo de la vigencia de Guasones. Una banda que, después de más de tres décadas, sigue escribiendo su historia con la misma pasión que el primer día.





Si hay una banda que conoce cada rincón del país, esa es Los Tipitos. Con una trayectoria marcada por la carretera y una discografía extensa que sigue en constante crecimiento, el grupo rosarino volvió a pisar fuerte en el Cosquín Rock, un festival que los vio pasar por distintos escenarios a lo largo de sus ediciones. Esta vez, el escenario principal los recibió con la misma calidez con la que lo hace su público en cada presentación.
Fieles a su esencia, Los Tipitos apostaron por un setlist cargado de clásicos, aunque inevitablemente quedaron temas afuera. Es imposible conformar a todos cuando se tiene un repertorio tan amplio, pero la respuesta del público fue clara: el fervor y la entrega no faltaron. Bajo un sol abrasador y en medio del calor intenso de la tarde cordobesa, la gente cantó, saltó y coreó cada estribillo como si fuera un himno.
Con más de 25 años de historia, el Cosquín Rock sigue siendo testigo de momentos únicos como este. Y una vez más, el ojo atento de Leandro Olivo estuvo ahí para capturar en imágenes este encuentro entre una banda incansable y un público que nunca deja de acompañarla.
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