Volver al futuro

Postmodern Jukebox en Groove

Corre el siglo XXI, año 2017, las redes sociales son los medios principales de comunicación y Youtube es la rockola universal por excelencia. El músico, Scott Bradlee, hace no muchos años, tuvo la idea de tomar los éxitos pop y rock contemporáneos – y algunos de siempre – y convertirlos en piezas únicas del género del jazz y el swing, capturando todo para esta plataforma de video, bajo el nombre de Postmodern Jukebox. Como era de esperar, algo tan especial y tan bien realizado, no tardó mucho en hechizar a todas las generaciones, independientemente de las edades y gustos musicales. Todo esto decantó en un tour por el mundo.

Esta noche, por primera vez en nuestro país, la viralización digital cobra vida en el escenario de Groove, y la sala, anfitriona de bandas de géneros como el rock y el punk, asombrosamente se transforma en un bar de los años 50’s y nos lleva a una realidad semejante a una película de Woody Allen. Es el espectáculo ideal para aquellas almas nostálgicas que admiran el pasado y las épocas doradas, siendo el público una mixtura entre los más jóvenes y los más adultos, algunos de ellos, entusiastas, que apuestan a un verdadero viaje en el tiempo, vistiéndose como en aquellos años.

La banda compuesta por piano, clarinete, saxo, trompeta, batería y contrabajo se posiciona en el escenario, ingresando ya con una brisa de elegancia, de esa que portaban los grandes del jazz, y prologa con una versión de salón de los ‘Picapiedras’. Lavance Colley se presenta como el maestro de ceremonia y como todo MC, desborda de energía, portador de un traje plateado que destella glamour, pero que no logra encandilar tanto como la fuerza de su actitud y encanto. Divertido, nos da la bienvenida en inglés, y parece que este detalle no será un impedimento a la hora de entendernos, ya que todos reímos y festejamos cada cosa que dice. De hecho, lo resalta comentando que por lo visto hemos tenido buen inglés en nuestros colegios.

La primer estrategia de conquista de este gran elenco es la vocalista Robyn Adele Anderson, que sale a escena con un vestido que copia su figura, completamente elegante y fino, tal como las clásicas femeninas retro del género, y entre sus bucles cobrizos, exalta al público con el clásico ‘Call me maybe de Carly Rae Jepsen. En el medio del hit, aparece la alucinante bailarina, Sarah Reich, para coronar la pieza con un sublime solo de claqué y acompaña hasta el final, dejando a sus pasos como un instrumento más del conjunto. Mientras aplaudimos el descorche de este trago de pasado, se acerca al escenario lentamente la segunda bomba vocal de la noche, Vonzell Solomon, sirviendonos una versión demencial de ‘Living on a prayer’, arrasando con la original de Bon Jovi y dejándola varios peldaños por debajo. Tras ella, la castaña Sara Niemietz llega para el equilibrio justo, reviviendo ‘I will survive’ de Gloria Gaynor con una performance extraordinaria.

Es realmente inevitable sentir la desesperación de los pies por volverse locos y transformarnos en danzarines de swing o bailarinas de Charlestón. Y este espectáculo analógico continúa con más duetos y tríos entre cantantes e instrumentistas que nos pasean por el funk, el pop y hasta el rap, con elecciones como Forget you de Cee Lo Green, ‘Hey ya’ de OutKast, Hey Now, You’re a rockstar’ de Smashmouth, ‘Thrift shop’ de Macklemore y Ryan Lewis y el ya clásico ‘All about that bass’ de Meghan Trainor en una versión única de la señorita Niemietz.

Llevando la noche a la cresta, ‘Halo’ de Beyoncé, es interpretada, para nuestra sorpresa, por Colley que rompe con cualquier barrera de tonos que uno pueda llegar a imaginar, llevando los falsetes a la cúspide total y dejándonos completamente boquiabiertos. Acercándonos al final, la clarinetista Chloe Feoranzo, enternece a todo el auditorio con un cover sumamente angelical y dulce en una melodía de jazz de los años 20 de No Surprises’, el clásico de Radiohead.

Como última jugada se guardan My heart will go on’, el memorable tema de Celine Dion para la película ‘Titanic’, interpretado en una versión risueña, que definitivamente reviviría a Jack y a Rose de ser posible, para hacerlos bailar sobre la tabla que flotaba en el Atlántico. Pero la cereza de esta jugada llega con Sorry’ de Justin Bieber, donde termina toda la sala cantando jubilosamente y disfrutando el final de este show delicioso.

Una noche donde abundan jopos, rizos, flecos y muchas lentejuelas, que nos hace olvidar del presente y de nuestra ubicación actual, para recrear los mejores momentos de la historia, alojándonos en un Hollywood dorado del siglo XX y comprobando que no hay melancolía que se resista al golpe de un contrabajo, a pesar de que haya que volver al futuro.

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