Los pecados de selección

El nivel mostrado en los últimos tiempos por nuestros jugadores deambula entre lo malo y muy malo por sobre lo esperado. Al parecer, no hay esperanzas de mejoría en lo individual, y mucho menos en lo colectivo. Para cada jugador, la Selección se ha convertido en una mochila que dentro lleva finales perdidas y críticas de todo tipo, de las constructivas y destructivas. Por eso y por algunas otras cuestiones más, hoy se le da la espalda a la prensa.

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En el análisis y evaluación de los últimos tiempos lo primero que se viene a la cabeza es este “famoso grupo” que parece poco permeable a los entrenadores y sobre todo a sus decisiones. El gran pecado de los líderes es la falta de apertura de competencia interna que hoy ellos mismos , a mi entender, no se permiten. La seguridad de saber que aunque su nivel en cada partido sea bajo tienen la certeza de que no perderán su lugar dentro del once. Ese confort los lleva en principio a una tranquilidad que los perjudica. En lo individual sobresalen los malos rendimientos, por lo tanto lo colectivo es aún más decepcionante. Esta camada de jugadores es la mejor de la historia y cuesta encontrar un partido consagratorio, llamativo.

Por otra lado aparecen los entrenadores con un alto grado de responsabilidad, que a juzgar por lo que se ve en cancha, no aportan desde su lugar como cabeza principal. Se los ve atados al grupo en cada determinación, ya sea a la hora de la convocatoria como en el momento de armado del equipo y la planificación de cada partido.

Ayer se trabajó para el resultado pero la deuda en el juego sigue creciendo.

Por Lucas Molina

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