Antes del lanzamiento de su cuarto disco «Piélago», charlamos con Damián Richarte, líder de «Efecto Manjatan». Esta nueva placa busca acaparar nuevos oídos y seguir desarrollando un concepto que la banda viene llevando desde hace 16 años.
¿Cuál es el concepto principal sobre el que gira este nuevo disco? ¿Cuáles son los motores emocionales que los diferencian de los otros?
Es un disco pensado como un disco y no como diez temas sueltos, intentamos que sea un todo orgánico, aunque vaya un poco a contramano, porque parece como que se está perdiendo la costumbre escuchar discos enteros. Es un material de canciones atmosféricas, con sonidos de la bahía del Pacífico donde grabamos gran parte, con temas de gloria y perdición urbana, con música y melodías que quedan resonando en el oído después de escucharlas. La diferencia con los otros discos es que nosotros, como personas, tampoco somos los mismos y eso se va viendo de álbum en álbum. De alguna manera revisitamos el audio de los sintetizadores e instrumentos que marcaron los 70 y los 80 y los trajimos al presente, a un contexto social y tecnológico completamente diferentes.
¿Se planea distinto un disco cuando los integrantes viven a distancias tan grandes? ¿La tecnología hasta qué punto ayuda y hasta cual desfavorece?
A pesar de la distancia, el proceso es bastante fluido. En ese sentido, la tecnología ayuda porque podemos tener un ida y vuelta continuo. De todas maneras, los pilares de los discos y las canciones surgen por lo general cuando nos juntamos, y eso pasa dos o tres veces por año. Nosotros vamos a Chile o Fernando viene a la Argentina, donde tiene a la familia y a los amigos. Si es acá, nos encerramos en nuestro estudio, y si es allá viajamos a algún lugar alejado de Santiago y montamos un estudio ambulante donde nos pasamos más de una semana sin hacer otra cosa que probar ritmos, sonidos e instrumentos. Con el resto del trabajo, como las mezclas, los arreglos e incluso las grabaciones, cada uno puede ir avanzando por su lado, cada cual hace lo suyo. Tal vez, de no ser por esta dinámica de ir persiguiendo los discos de un lugar a otro, el resultado sería diferente y estamos muy conformes con lo que tenemos. La única desventaja es que se avanza un poco más lento, pero lo importante es que después de 16 años podemos seguir haciendo esto.
Son 16 años laburando en un proyecto. ¿Notan que el estilo que ustedes pregonan está teniendo mejor aceptación en nuestro país?
Sí, puede ser, aunque a veces, el hecho de ser de acá y hacer canciones en inglés sigue siendo una suerte de traba. Algunos ven en eso una falta de arraigo o cuestiones de índole pseudo patrióticas que, tratándose de rock, resultan un tanto ridículas. Después, por ahí se copan con Air, Cansei de ser sexy o cualquier otra banda extranjera que no canta es su idioma original. Lo bueno de la música es que hay para todos los gustos.
¿Cuáles son los puntos que más deben trabajar cuando pasan del formato estudio al vivo?
No somos de hacer en vivo una copia exacta de los temas que están en los discos. Así como pensamos cada álbum como algo orgánico y no como temas sueltos, lo mismo estamos haciendo con los shows en vivo. Lo que más estamos trabajando para la presentación de “Piélago”, que va a ser el 25 de noviembre en el teatro Caras y Caretas, son algunas bases contundentes, la armonía entre una interesante diversidad de teclados y sintetizadores y el relato visual que va a interactuar con la música en pantalla gigante.
¿De qué manera debe prepararse el escucha para este nuevo material?
Como en casi todos los casos que uno se dispone a escuchar un disco, lo mejor es servirse el coctel o el trago favorito y dejarse llevar por la música.