“Energía Não Tem Fim”

Natiruts en Estadio Luna Park

Después de un fin de semana de veda, la ciudad está famélica por tomar aire y en la búsqueda de la bocanada nos encontramos con una brisa brasileña, que se esparce por el barrio de San Nicolás, adentrándose en el inmenso estadio Luna Park que rebosa de localidades agotadas.
Este martes, la Plaza Roma humea entre siluetas de parejitas y grupos de amigos que se preparan con latas de cerveza, de esas que te congelan la mano en este agosto que se convierte en una despedida del invierno.

El monstruo de cemento cubierto que lleva tanta historia por dentro, tiene una capacidad casi de ocho mil personas, y para nuestra sorpresa vemos muy pocos lugares vacíos. Esta noche se eleva Natiruts para presentar ‘Indigo Cristal’, un disco inspirado en los “Niños Índigo”, aquellos de esta nueva generación, que se dice que llegaron a nuestro planeta con la misión de enseñar y sanar. Desde lo musical es un disco que canta sobre amor, política y mucha energía, con abundante reggae pero también con mucha carga de guitarra eléctrica, trompetas y saxo, dando un sonido más serio y sensual.

Vamos despegando de buenos aires, tal como en su último álbum, comenzando con la primera canción ‘Na positiva’. Son doce los músicos que se forman en el escenario, casi como un equipo de futbol con su director técnico. Y la asociación con el deporte es clave ya que ésta banda nació hace veinte años, con un grupo de amigos que jugaba al futbol en Brasilia.

Alexandre Carlo, el vocalista, pregunta – ¿Qué pasa Buenos Aires?! – para saludarnos, y esta ciudad, como siempre, muestra su tan destacada educación de público y responde desbordada en aplausos y silbidos. Dentro de sus palabras, resalta esta conexión tan linda que hay entre ambos países, porque la música todo lo puede. Y más si se hace de esta manera y con esta energía.

Andei só’ es el primero de los clásicos, entre luces azules y rojas iluminando el estadio, y la decoración que cae desde lo alto del escenario con unas delicadas ilustraciones, similares al arte de este octavo trabajo. ‘Glamour tropical’ toma forma en una versión a pura guitarra eléctrica y ´Beija flor’, de su primer disco, sale de la boca de todos los presentes como un himno del colegio. ‘Caminhando eu vou’ y ‘Você Me Encantou Demais’ se entrelazan con el humo de las pequeñas chimeneas que se encienden por todo el campo del Luna, dejando que las luces diluyan estas nubes y las entreguen al reggae power que arranca con el bajo al palo de ‘Iluminar’. La batería marca el golpe de ‘Dentro da Música’, copiado por las palmas de los presentes y continuado por las percusiones de Denny Conceição, de lo más enérgico y atrapante del grupo.

Es una noche de novedades pero también repleta de clásicos. Carlo es pura conexión con el público, durante las dos horas de show se encarga de pedir energía positiva para el universo, mientras logra que todo el predio levante sus palmas hacía arriba y cante al unísono. Con el tercer tema del disco, ‘Sol do Meu Amanhecer’ nos tiene perdidas entre los agudos de su voz, y más allá de su indiscutible carisma, hay que destacar que todos los integrantes de la banda, cada cual con su instrumento, tienen su momento de gloria y se lucen en cada oportunidad que se les presenta.

Para ir cerrando, ‘Indigo Cristal’ el último tema del disco y ‘Groove boom’ ponen a bailar hasta al que no se anima, y ‘Sorri, sou rei’ nos cae encima iluminada por luces de celulares y encendedores de todos los espectadores, en una versión realmente emocionante con el bandoneón de Matías como invitado. Por último, e indiscutiblemente de sus mejores tema, ‘Liberdade pra dentro da cabeça’ nos lleva a  la cima de la noche, y nos despide tarareándola por toda la ciudad, volviendo de una verdadera fiesta.

En estos tiempos que corren donde no existe un minuto para nada, es muy importante tomarse algún ratito de reflexión, para renovar el aire, tomar un respiro y seguir caminando. Natiruts es una banda que recarga energías, es una inyección de pensamientos positivos y buena vibra que invade a uno y lo desborda de tranquilidad. Si los ejércitos marcharan con el ritmo del reggae y no con pasos militares, el mundo no estaría tan suciamente confundido.

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