Proyecto Gomez Casa + Octafonic en Konex: Corporizar el sonido

El sábado 27 de octubre se presentó en el Konex, Proyecto Gomez Casa (PGC) junto a Octafonic, en donde el SONIDO en mayúsculas nos dio una buena sacudida.

Bajo el techo y entre las columnas nos juntamos para que el frío de la noche no nos agarre, a la espera del inicio de Proyecto Gomez Casa. No son para nada una banda convencional y eso se nota al instante en que se los ve. Hay una puesta en escena que atraviesa al público, músicos que se transforman en actores, que bajan del escenario para ser performers, manipulando objetos como taladros, golpeando mesas con martillos, corriendo arriba de tarimas detrás del público, generando una puesta en escena que abre el juego a lo lúdico del espectáculo, aludiendo al trabajo en una fábrica, y lo repetitivo de la actividad del hombre.

La atmósfera la mantienen siempre en ese tono, performativo, gracias al colectivo de iluminadores no convencionales Fluxlan, vestidos de mamelucos oscuros y dispuestos a dar una artesanal puesta de luces que varían desde reflejos en bolas de cristal que multiplican el espectro, linternas que iluminan caras, hasta reflectores que ellos mismos hacen bailar arriba del escenario.

Gomez en la batería es un párrafo aparte, comiéndose a sí mismo y escupiéndonos frases repetitivas hasta que nos perforan de una vez el entendimiento. “Algo, que te hace acordar que sos, algo, que creciste adentro de, algo, donde había algo más…”, respirando al micrófono y al oído, reventando la batería como si quisiera romperla, podría decirse que no hace música, perfecciona el sonido, lo trabaja a fondo, y logra algo muy distinto a todo. Mezclando en vivo y loopeando arriba de otros sonidos. Es un claro equipo de fusión sonora.

Repasan algunas de sus obras como “Tranquilo”, “Rockero”, “Algo” y presentan nuevo material con “Evito siempre”, en donde se suma Nicolás Sorín, voz y sintetizadores de Octafonic, como invitado.

Con el cuerpo caliente y con ganas de más, aparece Octafonic, para dar lugar a sonidos más bailables, con letras en inglés, con momentos muy sensuales y otros de plena oscuridad casi metaleros. Más clásicos en su forma arriba del escenario se distinguen los roles bien trabajados de cada integrante. Nicolás, frontman de la banda, no para de agitarnos para gozar con ellos y no parar de saltar. Con su sintetizador es el que dirige a cada integrante, subiendo y bajando el volumen de cada uno, apagando y encendiendo otros, como un hombre orquesta que manipula y compone en vivo.

 

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Equivocarse, para que en esa búsqueda algo nos atrape.