Churupaca en Niceto, pa’ que sonría tu alegría!

Churupaca | Niceto Club | Ph. Nicolas Bruno | 08.12.2017.

Nos vamos acercando a Niceto Club con el caer de la tarde y un amarillo lima se funde con un azul oscuro para recibir la noche de este viernes festivo en Buenos Aires. El cielo parece el fondo de un afiche de cumbia, pero sin las letras que lo tapan.

Una entrada tímida y con poca gente nos indica que muchos de los asistentes ya están del lado de adentro. Ansiosos por el comienzo de la fiesta, y como pocas veces se ve, con una gran expectativa por recibir a la banda invitada que espera tras el telón para abrir esta noche veraniega. El murciano Muerdo, alter-ego del cantante y poeta Pascual Cantero, e Ivanna Rud, una menudita pero impresionante guitarrista, son quienes despliegan sobre las tablas su fuerza urbana y su canto desafiante y agitanado que es tan bien recibido por nuestra gente, que acompaña a la banda, decididamente coreando “Claridad” y el resto de los temas que nos regalan sobre la pista colmada de Niceto.

Los músicos de Churupaca se pasean entre la gente, rondando la previa hermosa que está sonando. Y si bien, al momento de subir al escenario están frente a nosotros, no es un enfrentamiento real porque se los siente cerca de la fiesta. Esa es gran parte de la esencia de esta banda, que es público y protagonista a la vez. Las flores que decoran los micrófonos son las primeras en escuchar las palabras de “Aguatera”, canción con la que inicia Juana al frente, con su ensamble de 8 músicos acompañando detrás.

Fefo toma el mando esta vez, y todos van a sus puestos. Comienza la fiesta con la canción “De un minuto para el otro”, y esa especie de danza griega se nos va metiendo de a poquito, desde el corazón hasta todas las extremidades. Comenzamos a movernos, y se gesta una masa popular de palmas para preparar a “Café Goyeneche”. Esta vez en una versión imponente de energía, porque si hay algo que caracteriza a los churupacos, es que sus presentaciones son únicas e irrepetibles, ninguno de sus temas suenan igual a lo que alguna vez escuchamos. En este caso se despegaron de su cd, de sus ‘Sesiones en el Jardín’ de YouTube, y se transformaron en una banda enorme y a todo trapo.

Y para no perder la cercanía con el público, continuaron con “Miren”, canción que destaca la fuerza mestiza que sale de las entrañas de la cantante. Una fuerza pura de su pequeñez, que dispara con un poder que quién sabe dónde lo tenía guardado. Sobre el escenario todo tiene un aire informal, y ellos suben y bajan a piacere. Es una banda de bufones, en el buen sentido de la expresión, porque se muestran sumamente divertidos y multifacéticos, igual que su música.

“Palabras que matan” llega con más fuerza que nunca en una versión más cargada de rock que otras veces. Viru descose el charango como si fuera una guitarra eléctrica, y la banda se arrodilla a nuestros pies para un solo de Darío, en el clarinete. Aclamado y vitoreado por todos, aporta energía a este ambiente lúdico y desestructurado que está creciendo. Le sigue “Riego mi sombra” que provoca el lado visceral de Juana, casi como una Annie Lennox que anda dejando hechizos por ahí, al grito de “Que se caiga tu pelo y crezca tu nariz” nos empapa con esta brujería despechada que cantamos también desde adentro.

“No se vive feliz comiendo perdiz” es de las más celebradas, con algunas corajudas que se animan a subirse sobre hombros bailarines, la pista queda cubierta de festejos, palmas y una brisa aflamencada que nos domina por completo. “Duda morena” nos hace tomar un respiro y volver a inhalar para meternos de lleno en “Si vai pal sur”, un cumbión a todo trapo, de altura, elegancia y desquicio que nos invade de alegría.

Comienza a verse el final a lo lejos y a Viru se le deshacen los rulos con el solo de guitarra que antecede el trío de violas, voz y violín formado para una versión de “En vano”, un bolero de la chilena Palmenia Pizarro, que despliega todo el sentimiento de la cantante. “Francamente” nos clava la sonrisa en la cara y nos hace bailar al ritmo de su carnavalito cumbiero para mantener el movimiento hasta el cierre, a cargo de “Until Amanecer” que termina hasta con pogo en el escenario.

Fue una noche completamente feliz. Churupaca nos dejó ese sabor a ganas de vivir, recargados de su energía familiar y risueña, y como dicen ellos, sin mirar pa’ atrás ni pa’ tomar impulso.

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