Adolecer en el Gier

Tigers Jaw || Gier Music Club || 01.11.17

Una previa juvenil entre piercings, tatuajes y algunos raros peinados ya no tan nuevos, como bautizó Charly alguna vez, se gesta en la puerta del Gier Music Club. La avenida Alvarez Thomas es testigo de reencuentros, de ansiedad y de olor a rock adolescente. 

El recinto, pequeño y oscuro, es una elección acertada para esta noche porque al ingresar inevitablemente uno viaja a un pasado no tan lejano. Tigers Jaw trae esa sensación de primeros recitales, tal vez con ese tinte de música por pasión o diversión, una movida de escenarios chicos donde quizás debutan algunas primeras canciones, sin imaginar que el día de mañana sonarán en todas las playlists.

Aunque aparecen algo tímidos están cómodos, demuestran que no son ningunos principiantes desde la primera canción «Follows«, que es además la número uno de su nuevo álbum «Spin». Comprueban que la tercera es la vencida después de algunos intentos fallidos, dejando de lado varios desperfectos técnicos, que favorablemente condimentan a gusto la idea de un recital de garage.

La gente explota de emoción cuando escucha sonar los primeros acordes que regala la banda, continúan con «Frame you«, «The sun» y «June«, siendo el tercero uno de los temas que más sonó del último trabajo. Cada canción cobra sentido cuando impacta en el público, representan historias, se las canta de ojos bien cerrados, agitando brazos, afirmando cada palabra, saltando y sacudiendo esas memorias adolescentes que tanto nos marcaron.

Estos estadounidenses, oriundos de Pensilvania, son simples, sencillos, pero evidentemente su música despierta una hormona rebelde en la audiencia porque los pibes se suben al escenario casi como terapia de shock, gritando las canciones a sus cantantes, y volviendo a zambullirse en las cabezas del público como si fueran rocas de un océano indie/emo. Lo que parecía naif e inocente, queda aplastado cuando suenan «Nervous kids«, «Make it up» y «Meet me at the corner«.

Para nuestra sorpresa, se ven muy pocos celulares grabando la escena como comúnmente suelen aparecer en los recitales. Este público no sabe de pantallas, es puro, está presente y siente a flor de piel cada tema. Y no sabemos si es el tono de voz que roza un grito controlado, las letras o la base de batería y guitarra eléctrica, pero inminentemente Tigers Jaw lleva a una adolescencia melancólica. Encajan perfecto en una juventud rodeada de videos de MTV y Much Music.

Y aunque parezca que la suerte técnica no está del lado de los norteamericanos, ellos logran solucionar cualquier falla. Después de una cuerda rota, un golpe a Brianna, su cantante, y algunos problemas de sonido, hacen una versión optimista de «Chemical«, con palmas de la audiencia que acompañan sus guitarras.

Brianna y Ben son el complemento perfecto, sus voces se entrelazan con solidez entre canción y canción, mientras los cuerpos de los espectadores corren a su alrededor para tomar vuelo nuevamente. Es como si la banda estuviese dentro de una burbuja que conecta sus sonidos y escupe poderosamente canciones como «Guardian«, «Plane Vs Tank Vs Submarine» y «I saw water» que desbordan a la audiencia.

La noche fue una escena constante donde te pudrís de todo, agarras tu mochila y te vas por la calle de noche, sintiendo el viento, olvidándote de todo. Un viaje al interior de cualquier momento que marcó una adolescencia distinta, lejos del pop, cerca de un sonido alternativo. Una novia, un amigo, un padre, un lugar, un olor, una remera. Personas probablemente rechazadas por una sociedad careta, pero que acá hablaron siempre el mismo idioma.

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