Morbo y Mambo | Parador Konex | Ph. Nicolas Bruno | 11.01.18
Me arriesgo a decir que estamos frente a una de las noches más calurosas del año, y el 2018 tan sólo lleva 11 días. La app del clima dice que son 37º de sensación térmica, en el barrio del Abasto se sienten 50º a la sombra. Es la noche justa en la que el verano se consagra como la estación más poderosa, y entonces El Parador Konex vuelve a funcionar una vez más, como todos los veranos, comenzando la temporada de la mano de Louta y Morbo y Mambo.
Una fecha que promete mucho y se refleja en el público, que se desparrama por el predio de adoquines y se esparce, como una metástasis pero alegre y distendida, hacia las escaleras rojas, hacia la barra, colmando al Konex por completo y volcandolo de cerveza bien helada.
Morbo y Mambo se encuentra presentando su último universo musical, “Muta”, un trabajo que logró completar un poco el toque que necesitaban los marplatenses, para sonar como un sistema firme y conciso. Con los sintetizadores ganando más territorio y sosteniendo el famoso beat casi por la eternidad, se adueñan de su propio sonar y del público mismo que les entrega sus sentidos y se consagran como una banda distinta, una alternativa dentro de la movida local.
Aparecen cuando aún hay rastros de sol, con lentes y camisas bien coloridas y estampadas, como lo demuestra la tapa de éste álbum, y acompañan la transformación del día en la noche con sus sonidos futuristas. Un juego constante y en movimiento, que pone a funcionar la pista de baile en todos los escenarios sonoros posibles.
Morbo y mambo es un túnel psicodélico, de tramas y figuras repetitivas en sus visuales, que nos cautivan y absorven por un rato, pero que no dejan atrás lo oscuro y sombrío de la noche, de la disco. Bailamos y nos liberamos por un rato, mientras algunas patinadoras, cortesía del Parador, se deslizan por el predio dejando rastros de pintura en las caras de la audiencia.
Hay groove, hay jazz, hay ritmos de sobra porque el mambo de esta banda se topa con cualquier género y se lo adueña sin prejuicios, ni limitación alguna. Transformaron esta tarde-noche en otra dimensión, tiñeron el escenario de magia pura, de instrumentos de viento retumbantes y decididos como protagonistas, y de puro baile y movimiento, dejando la zona liberada para que llegue Louta y nos transforme nuevamente, pero eso, eso merece otra página y podrán leerla bajo el título “El Pibe Bicentenario” en No Son Horas.