Tengo un pase, puedo invitarte a Obras

Miguel Mateos || Estadio Obras || Ph. Gabriel Costa || 18.11.17

Después de tantos años de permanecer cerrado, el  estadio Obras reabrió sus puertas y entre los elegidos para actuar en él, nos encontramos con Miguel Mateos en el marco del festejo de los 30 años del disco “Solos en América”.

Con el estadio a pleno, pasadas las 21 hs. en la pantalla gigante se proyectaba la imagen de un helicóptero aterrizando, del cual bajaba Miguel, en el preciso instante en que subía al escenario. Así comenzó el concierto, que recorrió todo el álbum en la primera parte, y luego de un intervalo, la banda completa regresó para tocar todos los éxitos que esperaba la gente.

La primera fila estaba llena de fans con la remera de «Bar Imperio», evidentemente se habían organizado para copar los primeros lugares. El primer invitado de la noche fue el productor del disco «Solos en América», Cachorro López, quien tocó el bajo en “Mi sombra  en la pared” Otro invitado fue el saxofonista Oscar Kreimer, quien tocó en varios temas durante todo el concierto.

La banda que lo acompañó a Miguel fue la de siempre, acompañado por su hermano Alejandro en batería y arreglos, Alan Ballan en bajo,  Leo Bernstein en teclados y el dúo dinámico de guitarras Ariel Pozzo y Roly Ureta, éste último repartiendo púas con su firma y el logo “Obras 2017”

En el último tramo de la primera parte subió al escenario un coro de chicos de un colegio para cantar junto a Miguel el tema “Dejen las armas”

En la segunda parte estuvieron todos los grandes éxitos, no faltó ninguno: «Dulce Ana», «Tengo que parar», con el final mezclado con «She loves you» de los Beatles, «Un poco de satisfacción», «Extra», «Un gato en la ciudad», entreo otros. También tuvo el tiempo de mechar un tema del último disco, «Euforia», y para finalizar, acaso el más esperado, «Tirá para arriba», en el cual alguien del público hizo bien los deberes y le arrojó una prenda para que Miguel pueda jugar tirándola bien alto mientras cantaba.

Antes del final, las fans le obsequiaron un hermoso ramo de flores, de manos de una muchacha que llevaba grabado en tinta en su brazo la firma de su ídolo musical. Fue una noche de reencuentro con grandes canciones de un gran disco de un artista que marcó una época en nuestro rock, y muchos años después sigue vigente.

 

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