Telescopios en La Tangente: Prolijidad, surrealismo y estruendo

El cuarteto cordobés de Pop-Rock psicodélico presentó por segunda vez en La Tangente «Doble De Riesgo», su tercer álbum. El show lo abrió Cruz Hunkeler, cantante de la banda 1915. Telescopios está compuesta por Rodrigo Molina en voz y bajo, Bernardo Ferrón en guitarra eléctrica, programación y coros, Alberto Cucho Ortiz en batería y Nicolás Moroni en las teclas.

Doble de Riesgo se adueñó de la primera parte del show. Un pop ficcional, surrealista que contaba con la voz sutilmente modificada de Rodri, sostenido por un conjunto de sonidos futuristas de programación, teclados que envolvían y estructuraban la mezcla, la guitarra eléctrica que aprovechaba sus espacios para lucirse y una batería que se acoplaba prolijamente.

Las luces que se encontraban detrás del grupo solo dejaban ver las siluetas de sus cuerpos, que hasta por momentos desaparecían entre el humo. En otras ocasiones, su vestimenta negra contrastaba con los relampagueos blancos. Lo que prepondera en este disco es la finura de la producción, cargada de efectos maquinales, pausas inesperadas, voces androides y un ritmo bailable que perdura detrás. Sus letras tratan sensaciones reales e incomodas desde la ficción. Existe coherencia en la puesta en escena en cuanto a su imagen, la música y la poesía.

Canciones de poca duración, magnéticas y melancólicas nos relajaban y sugestionaban al baile. “Las Prioridades”, la más larga del CD, atrapante con sus cambios de paisajes y velocidades, y teclas alegres se extendió manteniendo una voz marciana que texturizaba el simétrico instrumental. “Tus Amigos de la Cia”, “Viña del Mar” y “Androides” fueron otras canciones sobresalientes de “Doble De Riesgo”. El Templo Sudoku, su segundo álbum, se hizo presente con canciones como “Fucsia”, “Fuego” y “Verano”. Este mantuvo las ambientaciones psicodélicas y teclas dilatadas pero disminuyó la modificación de la voz y dio lugar a guitarras rockeras distorsionadas. Una mezcla más retorcida, que cedió en fineza pero ganó en potencia.

La última parte del concierto fue atropelladora, a diferencia de la esencia pop de la mayoría de los temas de Telescopios. La Guitarra de Berni tronaba entre los otros instrumentos, las luces parecían explotar, el clima se había estropeado en el buen sentido. Al cierre la multitud se quedó con ganas de más, y Telescopios actuó en consecuencia. “Gimnasia” y “La Niña” culminaron el espectáculo. Estas canciones, que hace mucho no sonaban en sus conciertos, nos pusieron los pelos de punta con su psicodelia abrazadora y el impulso más robusto del vivo.

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