Respeto. Esa es la palabra que mejor define lo vivido el último viernes en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, cuando Sobredosis de Soda volvió a rendir homenaje a la obra inmensa de Soda Stereo y Gustavo Cerati. Un concierto cargado de emoción, entrega y, sobre todo, de admiración profunda por uno de los legados más importantes del rock en español.
Con el Gran Rex colmado, la banda presentó su nueva propuesta: «Stereo Tour», un espectáculo pensado como una evolución dentro de sus ya reconocidos homenajes. Esta vez, el enfoque estuvo puesto en rescatar joyas escondidas del repertorio de Soda y de la carrera solista de Cerati, sin dejar de lado los clásicos que el público espera y celebra con entusiasmo. El resultado fue un recorrido sonoro que sorprendió y conmovió a partes iguales.
Mariano Albergoli, al frente de la banda, volvió a demostrar por qué es uno de los intérpretes más respetados en el circuito de tributos. Más que una imitación, lo suyo es una interpretación sentida, cuidada, donde el respeto por la obra original convive con una búsqueda propia. Su admiración por Cerati es evidente, y eso se traduce en versiones que emocionan sin caer en la copia literal. Cada acorde, cada gesto y cada arreglo parecen estar pensados hasta el último detalle.
Este show no solo marca un hito artístico para Sobredosis de Soda, sino también un momento especial en su historia: se cumplen 20 años de trayectoria, dos décadas dedicadas a mantener viva la llama de una banda que marcó generaciones.
Lo que viene es ambicioso y emocionante: una gira internacional que los llevará a recorrer varias ciudades de Estados Unidos, Chile y Argentina, con el cierre de 2025 proyectado en Europa, con fechas confirmadas en Alemania y España. Un viaje que no solo celebra la música, sino también el poder de las canciones para trascender fronteras y mantenerse vigentes a través del tiempo.
Sobredosis de Soda no es solo un tributo. Es una experiencia cuidada al detalle, una forma de hacer que las canciones de Soda y de Cerati sigan resonando con fuerza en el presente. Y si algo quedó claro en el Gran Rex, es que la pasión por esta música está lejos de apagarse. Santiago Junco estuvo allí con su cámara.
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