El viernes caluroso en Buenos Aires, fue el día de la reunión de Riff en el barrio de Colegiales.
Según informan, la capacidad del Teatro Vorterix es de 1584 personas, así que seguramente ese debe ser el número de asistentes al show, ya que no entraba más nadie. La planta baja desbordaba hasta el hall de entrada, y en el primer piso se veían varias bandejas de gente alentando y coreando a la banda.
Bastante impuntual comenzó el show de Riff, con Vitico a la cabeza, acompañado por tres guitarras, la de Boff, Luciano Napolitano y su hijo Nicolás Bereciartua, y atrás de los tambores, Juanito Moro, hijo de Oscar, usando la misma batería que el padre. Comenzando a todo rock, con un potente sonido gracias a los amplificadores con la leyenda Riff como garantía de calidad.
Ya en el segundo o tercer tema, subió al escenario Juan Haymes, para reforzar las voces. El mismo que había grabado allá por el principio de los 80’s en la formación original de Pappo, pero que después no fue aprobada por el público por su look. Y que al parecer, la gente que asistió este viernes, tampoco lo aprobó mucho.
Ruedas de Metal, Mal Romance, Macadam 3 2 1 0, Es tarde.
Y así iban sonando todos los clásicos que la gente quería escuchar, tanto de la primera etapa, como la de la segunda, en la que había ingresado Moro y Jaf, quien esta vez no se sumó a la banda, aunque en los recitales del Vorterix del año pasado sí lo había hecho.
“¿La están pasando bien?” preguntó Vitico. “Bueno, ahora la van a pasar mejor”, y sonó No obstante lo cual, la confesión de Pappo por su gusto por el cabaret… Mucho por hacer, Sube a mi Voiture, La espada sagrada.
Realmente hacía mucho calor en el estadio, y se hacía difícil no sofocarse. En el hall de entrada, habían instalado un provisorio puesto de cerveza ya que las barras de adentro no daban a vasto.
Terminaron el año en Capital a todo rock, tendrán un par de presentaciones más y para febrero del 2020, ya están anunciados en la grilla del Cosquín Rock.
Ahora me reposo, y el vacío lentamente se enfría…