La medianoche había caído sobre el valle de Santa María de Punilla, pero la energía del Cosquín Rock 2025 seguía en su punto álgido. Mientras algunos asistentes buscaban refugio en sus alojamientos, una marea humana se congregaba frente al escenario principal. La razón: el esperado regreso de Ratones Paranoicos al festival después de una larga ausencia.
En medio de una gira que desafía el paso del tiempo, pero que irradia felicidad y pasión en cada acorde, los Ratones hicieron una parada obligada en el Cosquín Rock. Este no era un concierto más; era un reencuentro con el público, un testimonio de la vigencia de una banda que marcó a generaciones.
Hablar de un show de Ratones Paranoicos, cuatro décadas después de su formación, podría parecer redundante. Sin embargo, cada presentación es un recordatorio de su grandeza. Una lista de temas impecable, músicos concentrados y una sinergia que fluye naturalmente, como si el tiempo no hubiera pasado. Se nota que los ensayos son parte fundamental de la banda, y es por eso que entregan conciertos de altísima calidad.
Trece canciones fueron las elegidas para esta noche mágica. Un recorrido por clásicos que hicieron vibrar a un público intergeneracional, desde los más jóvenes hasta aquellos que los vieron nacer. Obviamente, el repertorio se quedó corto ante la extensa discografía de la banda, pero la gente disfrutó cada segundo. Muchos fanáticos, provenientes de ciudades donde la gira no llegó, tuvieron la oportunidad de despedirse de esta leyenda del rock and roll argentino, pionera en la escena nacional.
La crónica de Leandro Olivo, testigo privilegiado de las dos noches del Cosquín Rock 2025 para No Son Horas, captura la esencia de esa madrugada mágica en las sierras. Sus fotografías son un testimonio visual de la conexión entre la banda y su público, un recuerdo imborrable de una noche para la historia.
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