Cerca de las nueve de la noche, miles de aplausos ininterrumpidos de un Gran Rex repleto presionaban para que el telón se abra de una vez.
Detrás de ese telón se encontraban en la altura, ubicados sobre andamios, cuatro músicos disfrazados. “The colibriquis”: Juanjo Gaspari en la guitarra, Charly Palermo a cargo del bajo, Pablo Vignati en la batería, y la reciente incorporación en el teclado. Allí también estaba la persona con disfraz de tigre que se encargaría de hacer reír a más de 3000 personas por las próximas dos horas.
La RAE define la palabra serendipia como “Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual”. Agustin Aristarán define su vida como una serendipia. En la especie de monólogo autobiográfico que se basa su espectáculo, cuenta la serendipia más grande de su vida, la que lo llevó a ser quien es hoy, Rada.
El disfraz de su banda, que cumplirá la función de ser la banda sonora del relato de su vida, y su propio disfraz tienen un porqué. No los utilizan (únicamente) por ser adultos que se niegan a abandonar el juego. Mediante un rap, Rada bromea sobre el Rey León y se planta en el escenario como si él fuese Simba. El leoncito que desde chico tuvo la obligación de convertirse en el animal más respetado de la sabana para reemplazar a su padre como rey. Simba debía ser el rey, el más poderoso.
Para entender por qué se pone en la piel de Simba comienza un recorrido por su historia iniciando por su infancia, siempre teñida por la condición de pobreza. Su niñez en Bahía Blanca, las vacaciones en Monte Hermoso, las mudanzas, sus padres, y siempre con una gran cuota de humor. Todas las anécdotas por más que denoten desgracia, son transmitidas de la forma más cómica posible. Por momentos, te hace olvidar que probablemente haya habido sufrimiento en esos recuerdos.
El recuerdo crucial: la navidad. El Agustín de 6 años que anhelaba un camión Duravit. En este hallazgo valioso se basa su serendipia. Es la historia de la carta que le envió a Papa Noel pidiéndole el costoso juguete, y de cómo a cambio recibió su primer juego de magia. Una puerta que se abrió y en la cual Radagast se adentró.
El show es puro dinamismo, diversión y empatía. Nos muestra cómo supo aprovechar esos caminos nuevos que se abrieron y lo llevaron a ser el reconocido mago y comediante que conocemos ahora. Cómo fue creciendo en la magia, alcanzando el éxito en Bahía Blanca y más tarde en Buenos Aires luego de mudarse. Cómo es ser mago en el amor. Y cómo a pesar de tener estabilidad y éxito, a veces aparece el sentimiento de insuficiencia del que para escapar se necesitan tomar riesgos.
Un relato armado como parte de un show de stand up, por lo que hace reír, pero que llega al público de otras formas también. Se puede sentir que fue una etapa de sufrimiento e indecisión, además de su necesidad de libertad, movimiento, cambio y juego.
A lo largo de la noche el monologo fue acompañado de fragmentos de canciones, muchas que pueden ser escuchadas en su disco “Dada” y “Capucá”. “No quiero ser Simba” es una de ellas:
Vivir de lo que me gusta o al menos intentarlo
Y la corona y las joyas ¡ah ah!
Y las agarro y me la paso por las bolas
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No quiero ser Simba no
Poder elegir quien soy
Agustín a sus 21 años tiene en claro una cosa, quiere elegir quién ser.
Plantea la sorpresiva y temprana paternidad como el obstáculo más lindo de su vida y el cual le trajo preguntas como: “¿Debería buscarme un trabajo de verdad?”. Momento en que aparece nuevamente la serendipia, donde se encuentra con algo importante y es capaz de verlo por más que escape del objetivo final.
El viernes 15 de noviembre mediante una mezcla de magia, música, stand up y actuación, Rada nos invitó a conocer su historia y a reflexionar sobre nosotros mismos y la forma en que recibimos las trivialidades de la vida. “Si plantas un membrillo te puede salir un limón. En vez de enojarte con el limón, hace limonada”. Entendemos que la vida se basa en aciertos y errores, solo se hace camino al andar.
Él necesitó no recibir ese camión Duravit, decepcionarse. Gracias papá Noel. Gracias por permitir a Simba elegir quién ser. Porque Radagast no quiere ser Simba, pero es el rey.
¿El membrillo del postre? Su hija Bianca subió al escenario para cantar con él la que todos sabemos, “Avisame cuando llegues”. Agradeció a su banda que fue el complemento perfecto para cada una de las historias, al director Pablo Fábregas y a todos los que formaron parte de Serendipia, el éxito que recorrió la Argentina y más allá. Cerró tocando con su ukelele “Y si hacemos un muñeco” con todo el Gran Rex de pie.