Durante varios años Pedro Aznar supo regalarnos momentos, canciones, éxitos, golpes al corazón y alguna caricia al pasar. En la noche fría del 11 de junio, Pedro nos acobijó con su característica ternura y calidez en el inmenso Luna Park.
Hace bastantes años suele hacer un show en junio, mientras recorre Argentina y otros países, pero, esta ocasión fue especial: Se estrenó en vivo Contraluz, su último disco, y arrancó la gira que lleva el mismo nombre que la placa.
Pedro es sinónimo de convergencia: de público, de estilos, de músicas, de letras, de zambas y covers de Nirvana. Durante casi dos horas, estuvimos inmersos en un ambiente tan puro como genuino. La voz de Pedro hipnotiza del mismo modo que lo hacía hace 20 años atrás, y da un show que es casi imposible de criticar.
La puesta de luces, sonido, imagen y los cuatro fantásticos músicos que lo acompañan, dan cuenta que Pedro Aznar está en la cresta de la ola de la segunda parte de la vida.
Sonó Contraluz entero en vivo, anécdotas de cómo se compusieron algunas canciones, nada quedó afuera. Una de las favoritas, «La Última pieza». Un tango/bolero que se mete en el corazón y es imposible de quitar. La técnica vocal de Aznar que interpreta esas letras como si todo ese desamor estuviera ahí, expuesto y en carne viva. Supremo.
La suerte y la oportunidad de ver muchísimas veces a Pedro Aznar arriba de un escenario nos hace imposible la comparación.Cuando presentó su anterior disco, «Ahora», en el Teatro Gran Rex, se notaba que Pedro se estaba guardando para algo mejor… y ese salto llegó.
Contraluz es un disco que quizás no ahora, pero que dentro de unos 5 o 10 años vamos a oir con otros oídos. Contraluz habla de lo malo, de lo bueno, del amor y el desamor, de la tecnología y el humano, de «la fiesta que solía ser nuestras piernas enlazar». Pedro Aznar se da el lujo de hablar de lo que quiere, porque puede. Y si es por nosotros, que lo siga haciendo, porque descubrimos que Pedro sigue tan (o más) vigente e indescriptiblemente vivo en la música.