Muchas veces las canciones toman características que, algunos o algunas aseguran que solo pueden ser aplicadas a las personas físicas. Sin embargo, los sonidos que genera Julián Oroz a lo largo de toda su historia musical refutan totalmente esta idea. Son composiciones sensibles, cálidas y que abrazan.
«Hay un lugar» es el cuarto disco del compositor argentino, la placa fue trabajada desde finales de 2019 y fue editada durante este 2021. Un trabajo complejo que tuvo pausas por los aislamientos pandémicos, pero que mantuvo el espíritu que tomó cuando comenzó a gestarse.
A lo largo de las canciones que componen el álbum, Oroz evoca a artistas como Drexler, Jaime Roos, Atahualpa, entre tantos otros y otras. Un paseo a las raíces, a las canciones que nacen desnudas con una guitarra y se van formando a medida que pasan de mano a mano. Hay una raíz rioplatense que sale a la luz al escuchar los primeros acordes.
“La pandemia nos mostró, entre otras cosas, lo efímero de todo. La importancia del presente y de las cosas más sencillas. Aprendimos a valorar el tiempo y el espacio. Añoramos lugares. Evocamos sitios de nuestra vida donde estuvimos. Y también tuvimos que buscar adentro lugares nuevos. “Hay un lugar” habla de todo esto”. De esta manera reflexiona Julián, sobre como lo atravesó el contexto a la hora de trabajar el material.
Entre los músicos que encontramos en la ficha del disco podemos marcar a: Inés Errandonea, Nicolás Soares Netto, Victor Borgert, Juani Rashplash, Viviana Ghizzoni y Charly Valerio. La masterización estuvo en manos de Andrés Mayo, y es una producción independiente.