Ill Quentin volvió a demostrar por qué es una de las voces más singulares del rap argentino. En un Uniclub repleto, el artista desplegó un show crudo, intenso y profundamente emocional, combinando barras filosas con una presencia escénica que mantiene al público en vilo. Desde los primeros acordes, el ambiente se cargó de energía: beats oscuros, luces rojas y una comunión total entre el escenario y la gente.
El setlist recorrió su último material, con canciones como “Manicomio”, “Salgo del cuerpo” y “Todo lo que brilla”, sin dejar de lado clásicos que el público coreó con devoción. Entre tema y tema, Quentin se mostró genuino, agradecido y comprometido, reflejando la crudeza que lo caracteriza tanto en sus letras como en su actitud.
El sonido fue sólido y la puesta minimalista permitió que lo esencial —su voz, su lírica y su intensidad— dominaran la escena. El cierre, con todos los brazos en alto, fue una explosión colectiva de catarsis y celebración. Ill Quentin no solo dio un recital: ofreció una experiencia que reafirma su lugar en la nueva generación del rap argentino, esa que no teme mostrarse vulnerable mientras mantiene el pulso del barrio.










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