El Mató en Estadio Malvinas Argentinas: Voy a quedarme un poco acá

Siempre me parece interesante el tema que elige una banda o un artista cuando empiezan un show: a veces intentan setear el mood desde el arranque, otras veces parece que despliegan algún tema nuevo para aprovechar la atención del público.

En esta oportunidad la banda platense empieza a sonar con Buscando más allá que, con su ritmo relajado y su estructura bastante instrumental, funciona perfecto como preámbulo para el resto del repertorio. 

El show definitivamente ya comenzó, y para reconfirmarlo suena Viejo ebrio y perdido, demandando los primeros saltos de la concurrencia. Santiago Motorizado empuña su bajo cual rifle mientras marca el ritmo del tema.

Parecería que ya nos aclimatamos (al menos musicalmente, porque en el recinto empieza a hacer bastante calor), y así medio de sopetón aparece La noche eterna, la cual sin duda es de esas que cantamos todos y que incluso tal vez esperábamos para más adelante.

Para el siguiente tema se sumó Anabella Cartolano de Las Ligas Menores, similar a como oportunamente hiciera en el último disco de la banda para interpretar la renovada versión de Las luces; la llegada del estribillo coincidió con la proyección de las primeras imágenes de humo espacial en una gran pantalla detrás del escenario que hasta ahora parecía monocromática.

Luego de Nuevos discos, suena una de las más recientes grabaciones de la banda proveniente de su último álbum La Otra Dimensión: El Perro, cuya batería nos hace vibrar y cuya progresión de acordes nos transporta hacia algún lugar que andá a saber dónde queda…pero es lejos. A continuación nos perdemos en el coro mientras nos preguntamos “dónde estás amigo, yo te necesito”. Parece ser que la canción goza de excelente aceptación en el público ahora desvivido en aplausos, los cuales Santiago agradece con su pulgar arriba, para luego preguntarnos “¿Todo bien?”. Obvia es la respuesta.

El mató es una banda cuyo sonido está atravesado por una poderosa melancolía, que por momentos parece gritar un reclamo al universo y en otras ocasiones suena como el abrazo de un amigo. 

Esa mixtura tan compleja y a la vez armoniosa como la vida misma me pareció un diferencial sumamente interesante desde la primera vez que los escuché, y al día de hoy escucharlos me ofrece un momento para alejarme de todo lo demás.

Suenan Amigo Piedra y Navidad en Los Santos, para darle paso a Chica Rutera. ¿Será que todos tenemos alguien que queremos que vuelva? Posiblemente, porque el estribillo ahora se grita desaforadamente.

Se viene una tripleta proveniente de La Sintesis O’Konnor con Alguien Que Lo Merece, El Tesoro y Destrucción. Y yo sigo pensando en gente que quiero ya que por algún motivo la guitarra de Niño Elefante me sigue transportando a ese lugar, precisamente ahora con un sonido de slide gilmouriano. Continúan grandes temas como El Mundo Extraño, Sábado, El Fuego Que Hemos Construido y El Día Del Huracán entre otros.

Lo que viene ahora es el aviso que nadie nunca quiere escuchar: “Ustedes saben que en algún momento esto tiene que terminar” versa Santiago, antes de dar paso a los primeros acordes y al riff de Ahora imagino Cosas. En este momento preciso es que vemos a aquellos arrepentidos que vieron el show desde más atrás y que no quieren dejar pasar la última oportunidad de sumarse a uno de los pogos…se abalanzan apuradísimos entre la gente para intentar acercarse lo más posible y cuanto antes al escenario.

Esta noche veraniega, tan suave y hermosa va a terminar con el grueso sintetizador de Chica de Oro, cuya letra sale de la boca de Santiago mientras a la vez esboza una gran sonrisa, y para el cierre definitivo suena Mi Próximo Movimiento.

Así finalmente nos retiramos del lugar. Agradecidos por ese vientito nocturno que nos refresca y luego de un nutrido show de aproximadamente dos horas, con ganas de seguir cantando, con ganas de abrazar a nuestros amigos, con ganas.

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