Dillom finalmente llegó al estadio de Vélez y convirtió la noche en un punto de quiebre para su carrera. Frente a más de 35 mil personas, el artista dio el show más grande de su recorrido y confirmó que su crecimiento no responde a fórmulas sino a una obra en permanente mutación. Tras la suspensión de la fecha original, el reencuentro con su público en Liniers tuvo clima de celebración y también de afirmación estética.
El recital no funcionó como la presentación de un disco puntual, sino como un repaso integral por su universo. Desde los primeros singles hasta Post mortem, Ad honorem y Por cesárea, el recorrido dejó en claro la amplitud de registros que conviven en su propuesta. Trap, punk, rock, pop y rap se mezclaron sin jerarquías, sostenidos por una puesta en escena tan inquietante como hipnótica. Antes del primer acorde, un feto gigante flotando sobre el campo marcó el tono de una noche donde lo perturbador y lo lúdico convivieron sin contradicción.
La apertura con Irreversible dio paso al pogo inmediato con Coyote, Mick Jagger y Rili Rili, mientras Dillom se movía con soltura en su rol de performer. Hubo momentos teatrales que capturaron toda la atención del estadio. En La novia de mi amigo voló sostenido por globos, en Muñecas se colgó una soga al cuello y en La carié compartió uno de los pasajes más intensos junto a Lali, en una escena densa y oscura que sintetizó el espíritu de Por cesárea. El desfile de invitados se completó con Juanse en Enlace, Quentin en Ovario y Muerejoven en 1312, reforzando la idea de un artista abierto al cruce generacional y estético.
También hubo espacio para bajar la intensidad. Versiones más íntimas como La primera al piano o 220 iluminada por los celulares mostraron su costado más sensible y pop. Emocionado, Dillom agradeció el acompañamiento y habló de un año atravesado por obstáculos y alegrías, destacando el valor de encontrarse unidos alrededor de la música en un contexto social atravesado por tensiones.

El cierre fue tan imprevisible como coherente con su identidad. De traje interpretó A mi manera y luego terminó cantando Buenos tiempos en cueros, interactuando con fans y reafirmando que su camino no responde a expectativas externas. Con el respaldo de su sello independiente y una comunidad fiel, Dillom no solo llenó Vélez sino que dejó en claro que su obra está pensada para incomodar, emocionar y crecer sin pedir permiso.
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