Se ha vuelto casi una obviedad señalar que en los últimos (largos) años se observa un crecimiento significativo de las formaciones de extrema derecha a nivel mundial. En países tan disímiles del globo como Brasil, India, Hungría o EEUU han emergido con fuerza en el debate público y en el escenario político.
Si bien sus acciones e influencias no son exclusivamente determinantes, se han vuelto un factor de análisis indispensable para comprender la realidad actual. En esta entrega, ponemos el foco en las ultraderechas de tres de los principales países europeos: Francia, Alemania y España.
El caso francés
Lo que está ocurriendo en el país galo es muy interesante, y más de uno también podría decir, preocupante. Se acerca la primera vuelta de las elecciones presidenciales, a celebrarse el 10 de abril. Muy posiblemente triunfe el actual mandatario, Emmanuel Macron, representante de la centroderecha neoliberal clásica, con ciertos guiños progresistas en temáticas como derechos civiles o medioambiente. Sin embargo, es casi una certeza que deberá pasar a un ballotage, ya que a priori está lejos, bien lejos, de ganar por mayoría absoluta en la primera. Y acá aparece una incógnita inquietante: ¿una segunda vuelta contra quién? Hace su ingreso en el escenario Éric Zemmour.
Si seguís con relativa cercanía la actualidad política y cultural francesa, quizás hayas escuchado recientemente este apellido. Zemmour es un periodista, ensayista y “polemista” ubicado a la extrema-extrema derecha del arco ideológico. La caracterización no es caprichosa, sino que busca distinguirlo de la extrema-derecha tradicional de Francia, referenciada en el Partido Nacional que fundara a principios de los años ‘70 Jean-Marie Le Pen, y que desde hace varios años se referencia en su hija, Marine Le Pen.
Pero Zemmour tiene posturas aún más duras contra el feminismo, el islam o la inmigración, y lleva adelante una ‘cruzada cultural’ contra lo que llama “gran reemplazo”, fenómeno por el cual la población nativa francesa vendría siendo presuntamente reemplazada por inmigración no-blanca, especialmente musulmana.
Este ensayista y futuro candidato propone construir un muro en las fronteras europeas, sostiene que los empleadores deberían tener derecho a rechazar postulantes árabes o negros y defiende la participación en la política exclusivamente por parte de los hombres (quedando para las mujeres las tareas del hogar y de cuidado). Ah, y el mes pasado, el Tribunal Correccional de París lo condenó por incitación al odio racial, con una multa de 10.000 euros.
El extremismo alemán
Pasemos a Alemania. Tras 16 años como canciller, Angela Merkel se retiró, al menos por el momento, de la política. Las elecciones del pasado septiembre arrojaron como fuerza vencedora al Partido Socialdemócrata y su candidato, Olaf Scholz, quien luego de varias semanas de negociaciones logró conformar gobierno con los Liberales y los Verdes.
Sin embargo, más allá de los vaivenes propios de dicha coyuntura, lo que subyace en el escenario alemán es la permanencia del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD de acá en adelante). Con un discurso fuertemente xenófobo e islamófobo, y apelando a lo que se denomina nativismo, este espacio logró consolidarse en el Parlamento -aunque no crecer en las últimas elecciones-.
Un rasgo importante es su vocación de articular alianzas con otros sectores ultraconservadores, como el bolsonarismo brasileño: en julio de 2021, tuvo gran repercusión el encuentro entre el presidente Jair Bolsonaro y una legisladora y vicepresidenta de AfD, Beatrix von Storch, que es nada menos que nieta de Lutz Graf Schwerin von Krosigk, ministro de Finanzas de Adolf Hitler durante los años de la Alemania nazi.
“En Alemania, desde hace algunos años, el pensamiento de extrema derecha se normaliza e intelectualiza. El debate racional se desvaloriza, la democracia es puesta en tela de juicio y se difunden incluso ideologemas nazis”, plantea Élisa Goudin en un artículo publicado en febrero de 2021 en la revista Nueva Sociedad, titulado “¿Hay que temerle a la extrema derecha alemana?”.
Por lo pronto, las últimas novedades de AfD no son alentadoras: a fines de enero se produjo la salida del partido de Jörg Meuthen, considerado uno de los referentes del ‘ala moderada’, lo cual abre la posibilidad para que se expanda el ala radicalizada, principalmente liderada por figuras como Bernd Höcke, Alice Weidel o la propia von Storch. Höcke se hizo conocido por su crítica frontal a las políticas de la memoria que existen en Alemania en relación al horror ocurrido en el nazismo, llegando incluso a tildar de “vergonzoso” un monumento en Berlín que homenajea a las víctimas del Holocausto.
España y el papel de Vox
La fuerza neofranquista Vox, cuyo líder es Santiago Abascal (admirador explícito de Donald Trump), se ha erigido como una de las principales referencias de la ultraderecha europea. Fundado en 2013, el punto de quiebre del partido se produce cuando, tras la llegada al gobierno de la actual coalición de centroizquierda (PSOE, Podemos e Izquierda Unida), comienza a “perfeccionar” un discurso que mezcla anticomunismo, antifeminismo y antiinmigración. Y dentro de la variable anticomunista, incluso se halla una reivindicación al franquismo: Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox en el Congreso, afirmó en septiembre de 2019 que “condenar el franquismo no tiene ningún sentido puesto que somos herederos”.
En ese mismo 2019, en el mes de abril, se produce el salto de Vox al Congreso, alcanzando un 10,2% de los votos. De allí en adelante, profundizó sus lazos internacionales con otras fuerzas de ultraderecha, incluso a un nivel superior al de AfD: Abascal, a través de la Fundación Disenso, impulsó la llamada Carta de Madrid, firmada por decenas de dirigentes de los países que integran lo que Vox denomina la “Iberósfera”.
En la misiva, denuncian que “una parte de la región está secuestrada por regímenes totalitarios de inspiración comunista, apoyados por el narcotráfico y terceros países”. Y puntualiza: “Todos ellos, bajo el paraguas del régimen cubano e iniciativas como el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, que se infiltran en los centros de poder para imponer su agenda ideológica”.
Habrá que observar con atención de qué forma se mueve Vox en relación al Partido Popular (PP), principal partido de centroderecha con tendencias crecientes a la adopción de propuestas y cosmovisiones ultraconservadoras. Podrían gobernar en alianza en un futuro cercano. A priori, en diciembre de 2023 se celebrarán las elecciones generales en España, a menos que se convoque a comicios anticipados.
Conclusiones Ultraderechas
Es importante comprender que, más allá de las especificidades propias de cada fuerza política, enmarcadas en los rasgos propios de cada país, hay denominadores comunes que las hilvanan. Como suele decir el psicoanalista y escritor argentino Jorge Alemán, la ultraderecha es, principalmente, una agenda. Esto explica que la Carta de Madrid esté firmada por un argentino como Javier Milei, un panameño como Francisco Álvarez de Soto, un brasileño como Eduardo Bolsonaro o un español como Hermann Tertsch.
Los referentes nombrados provienen de países distintos, pero comparten el odio a las feministas, a la comunidad LGBTIQ, a los inmigrantes, a los musulmanes, al rol regulador y redistributivo del Estado o a las fuerzas progresistas latinoamericanas. El odio, como tantas veces a lo largo de la historia de la humanidad, se vuelve un elemento de cohesión.