Vivimos de estación en estación. Combinación de estaciones para el transporte público, estaciones del año, climáticas y diversas estructuras donde distribuimos el tiempo de nuestra vida. Tiempo que creemos que es como un reloj de arena, donde lo tenemos medianamente controlado, y en realidad es algo tan volátil, que se nos escurre entre las manos y más en el último tramo. Las estaciones, son periodos caracterizadas por determinadas circunstancias.
Estadísticamente estamos a la mitad del año, llevando un año y medio de pandemia, cerrando y abriendo etapas, mientras medimos constantemente nuestra paciencia. Organizando nuestras acciones, dependiendo del tiempo y todo este proceso que nos enfrenta a un futuro totalmente incierto.
En otras circunstancias, para que el futuro que esperábamos fuera más concreto, en la transición pasando de estación a estación y haciendo un balance de lo pasado, lo escribíamos. El ritual de escribir lo que vamos a hacer, es un ritual de compromiso con nosotros mismos y al escribirlo, hace más cercana la idea de que eso sea posible.
Al finalizar o comenzar el año, hacemos un listado de promesas para tener un año más próspero al que pasó. Compramos una agenda, aunque sepamos que quizás no la vamos a usar, con el propósito de comprometernos más con lo que vamos a hacer en un futuro no muy lejano.
La escritura como compromiso
Escribimos la lista del super, porque sabemos que, en un futuro, al encontrarnos con tantas opciones sobre las góndolas, nos podemos olvidar de algo y terminar comprando cualquier otra cosa. Al empezar el mes, hacemos la lista en el almanaque de las cosas con las que tenemos que cumplir, más en época de parciales.
Mientras estamos en este periodo de espera, de transición de estación a estación, no estaría mal hacer un listado de las cosas sencillas y pendientes que nos quedan por hacer en esta otra mitad del año. Con quienes nos gustaría brindar o tomar, aunque sea un café antes de que termine el año. Que libros o películas me quedan por ver, lo que me queda por hacer, dentro de las restricciones y que me gustaría emprender.
No nos quedemos con la idea romántica de que tenemos tiempo para hacer cosas, porque la misma pandemia nos demostró, que el tiempo es algo relativo. Comprometámonos con nuestro propio ser y enumeremos las cosas que nos quedan por hacer. Reorganicemos nuestras prioridades y no nos dejemos vencer por lo que el tiempo pueda correr. El primer paso, para poder cumplir cualquier promesa o expectativa, es escribiéndolo, de otra manera eso se lo lleva el tiempo.