Tarde fría de domingo, aquellos y aquellas que tenían la salida permitida con sus pequeños seguramente estaban en la hora del regreso, otros y otras con un poco más de fortuna ya estarían cerrando un día de playa en otra parte del mundo. Igualmente, a los dos mundos los conectaba un artista que convocó a sus fans un domingo a las 6 de la tarde para invitarlos a su casa, a su espacio y a su intimidad.
La propuesta no es sencilla, mantener la atención de muchísimas personas dentro del ámbito de su hogar, es una tarea titánica para cualquiera excepto para Coti Sorokin y sus canciones. La mayoría ganaron en brillo en esas versiones peladas, transformándose nuevamente en el embrión que habían sido hace unos años.
«Nueces», «Diamante» y «Por ahí» fue la trilogía del comienzo, Coti arrancó tímidamente a mostrarnos sus guitarras (una más linda que la otra) y sus anécdotas de vida, entre ellas la época en la cual anduvo sin documentos en España. A lo largo de todo el concierto, el aura de Lio Messi lo acompañó con la casaca que le obsequió el astro durante sus primeros años en Barcelona.
Las cámaras dispuestas en su estudio nos llevaron hasta un piano hermoso que acompañó a Coti en una versión de «Life on mars?», una de esas gemas que van a quedar sonando siempre. Un ratito después para sumarle un condimento más a la tarde noche, Sorokin contó su anécdota con Geoff Emerick, ingeniero de sonido de varios discos de The Beatles. Seguido a eso, se despacho con «Eleanor Rigby», otro de esos inoxidables.
La noche pasaba y el chat ardía pidiendo distintas composiciones de los siete discos de estudios que tiene grabado el rosarino, igualmente la magia estaba tan al alcance de la mano que lo que sonara iba a brillar de cualquier manera.
«Luz de día», «Otra vez», «Nada fue un error» y «Antes que ver el sol» fueron los últimos cuatro de las 24 que sonaron en una caricia en estos tiempos. El esfuerzo de las 3000 personas que compraron su pase y la magia del artista hicieron una velada para el recuerdo. El aislamiento nos obliga a reinventarnos de este lado y del otro de la pantalla, y Coti lo entendió a la perfección. Ojalá la próxima sea con sus brillantes o en ese Luna Park que no está debiendo.