La Familia de Ukeleles en Niceto Club: Otra noche familiar

La noche del sábado estaba ideal para disfrutarla en familia. O con amigos, que también son familia. Una noche perfecta en Niceto para que la cerveza refresque mientras esperamos a esos pequeños instrumentos.

El ukelele, esa minúscula guitarrita, tiene algo raro. No sabemos bien que es, pero un poco nos atrapa. Es casi imposible, al ver hoy a alguien tocar uno, que no nos genere algo. Bueno o malo, rechazo o admiración, hay de todo, pero genera algo seguro.

Y la noche estaba preparada para una familia de ukeleles. Previamente, como antesala, Sunny Mondays nos aportó un mar de calma a base de guitarra y (obviamente) ukelele.

Casi a las 10 de la noche y a muy poco de finalizar el show del dúo, las cortinas del escenario se cerraron para abrirse casi automáticamente, pero ya con La Familia tocando.

Ya desde el comienzo, la banda nos genera lo que veníamos a buscar. Fiesta, alegría, baile. Nos ambienta en un clima tropical, cálido y hawaiano durante todo el show, repleto de flores y camisas coloridas.

Matías Martinelli, en guitarra y voz alterna música, chistes, risas, mientras va y viene desde lo alto del escenario.

Mel Muñiz es magnética. Será su voz, su trompeta, su tranquilidad en el escenario o sus mil tatuajes, no se sabe, pero genera un magnetismo especial sobre el escenario que hace que siempre se le preste atención.

Adrián Capresi, en ukelele (y en una especie de guitarrita acostada), Damián Manfredi, con su contrabajo florecido, Luciano Pellegrini y Natalia Galik, desde atrás sosteniendo los ritmos con batería y percusión, y Nacho Choro con su violín, completan esta fiesta familiar, en la que hasta hubo tiempo para organizar un concurso de baile y ropa hawaiana. 

La noche del sábado termina como debía terminar. Mucho baile y mucha fiesta, en una familia que se agranda cada vez más.

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