Bajo la fuerza de una luz poderosa y rebelándose contra el frío de la noche del 26 de julio, Viejos Komodines se apoderó del escenario de Niceto cuando poco más de treinta minutos habían transitado desde las 9 pm.
Ajustando pasos lentos pero entusiastas, los miembros de la banda fueron tomando posiciones y apropiándose de sus instrumentos. El público fue acompañando esta entrada con una intensidad in crescendo, que culminó con la exaltación de ver al líder adueñarse de la escena.
Desde el comienzo, la lista de temas de la noche prometió un sonido vigoroso. Luego de arrancar con “Los Tarados”, el recital se presentó como un juego cuidado de oposiciones entre temas clásicos de la banda, como “Sansón” y “Tempestad”, y canciones gestadas en los últimos años, tales como “Espejito Espejito”, “Cambia” y “Campana hasta la Vía”. Esta misma yuxtaposición se vio reflejada en la convivencia de un rock más potente – en “Desaparecer” o “De las Cavernas Huecas” – con un estilo más íntimo, como el que transmiten “Nada de lo Que” y “Luna”.
Tras un show que entregó más de una hora y media de rock enérgico, la banda se despidió de su gente con la gratitud de quien se sabe portador de un triunfo. Después de todo, el recital que cimentaron en Niceto fue – tal como lo describió la propia banda en sus redes sociales – “la fecha más importante y elaborada de toda la carrera de Viejos Komodines”.