«Nuestro objetivo inspirado por la Sagrada Vibración Universal es y será incendiar las pistas para encender la deslumbrante satisfacción de los cuerpos en ella danzantes, hasta la llegada del amor todo.» Es la filosofía de Socialista Villa Club, colectivo musical y espiritual que lleva el funk por las venas y se traduce en una fiesta de baile de fin de semana, fuerza masiva que encontramos el viernes pasado en una de las visitas veloces que solemos hacer en ese hervidero de cultura que es el ciclo Frescura (@queesfrescura), donde nace lo mejor del under/indie de la ciudad, pura magia de curaduría de poesía y música necesaria para sobre-vivir.
Era la edición #93 en el Centro Cultural Vuela el Pez, la puerta anunciaba a Mechi Manghi, Lihué Bruno, La Ciudad Bajo Niebla, Celina Varela, y Toponauta (todas de un sonido increíble), pero lo que hizo subir los 12 escalones del lugar fue la oportunidad de escuchar a los funketos de los Villa Club, banda que veníamos siguiendo hace tiempo y procurábamos tropezarnos.
Recinto lleno, esa hora cuando las cervezas hacen efecto y la picazón en los pies invita a mover el cuerpo, entra en escena el colectivo con su “Danza Vudú”, armonía, fuerza y funk apretado que te atrae como la mano de esa pareja que morías por invitar a bailar, rito de iniciación de pasión desmedida para una larga noche y ocho temas de magia, la mayoría de ellos de su “Nadie va a creer que esto es funk (2017)” disco lleno de Motown y hecho con puro amor y sabor.
Entre los cuerpos danzantes suena una letra conocida (tal vez solo por los más antiguos de la sala), la armonía de las voces del conjunto cantaban de aquel marinero Bengalí; una versión de alegría intensa de “No te enamores nunca” de Los Abuelos de la Nada, tal vez son ideas nuestras pero incluso parecieron hacer un match up con algo de Prince; los Socialistas sabían encender la pista, incluso sonaban second line al mejor estilo NOLA, los vientos siempre a tiempo y los efectos de aquel Korg se mezclaban con las luces multicolores de la noche.
“Lima” y “Tao Zen” mostrarían a la banda en su momento más profesional, juegan las voces y la guitarra/bajo sueltan el swag necesario, el funk va más allá de una fiesta, es un sentimiento místico y psicodélico no se detiene, género que aunque goza de popularidad, muchas veces suele caer en clichés de sonidos retro. Villa Club propone un sonido divertido con letras más íntimas sin perder la esencia que esperamos, hay r&b y acid jazz en sus filas.
Cierran la noche con un cover actual, “Uptown Funk” de Bruno Mars que deja a todo Vuela el Pez en la pista pidiendo más, terminan arriba y nosotros también, que no pare nunca el groove del colectivo Socialista Villa Club. Esperamos verlos nuevamente muy pronto.