Bush y Stone Temple Pilots en Teatro Opera Orbis: Lo sexy y lo intenso

Bush | Stone Temple Pilots | Teatro Opera Orbis | 19.02.2019

“Oh the little things that kill, tearing at my brains again” es un grito desesperado de 53 años, lleno de recuerdos, pasiones y separaciones, que se alza desde la primera fila de la platea alta de un Teatro Ópera Orbis; nace y explota desde la garganta rota de Gavin Rossdale, frontman bañado en sudor que se abre pasos entre abrazos, cámaras telefónicas y encargados de seguridad que luchan con un recinto que estalla, Bush y sus más de 20 años de carrera renacen esta noche, vivos como aquel grito que muchos grabaron y todos vivieron.

La banda de Londres regresó a Buenos Aires junto a otra leyenda del Grunge: Stone Temple Pilots, en una dupla infalible que rompería a los adultos contemporáneos de la sala en lagrimas, aplausos y esa rabia contenida de los 90 que sigue apretando como nunca. Cerca de las 20:00hs se asomaría un viejo Robin Goodridge, el otro miembro fundador de la banda que explotaría con “Machinehead” del “Sixteen Stone” de 1994.

La nostalgia y la intensidad serían el concepto de la noche, temas que todos escucharon alguna vez, fueron coreados entre recuerdos de juventud, “The Chemical between us”, “Greedy Fly” y “Swallowed” mostraron a un Rossdale que no envejece, cantaba y sentía como si no existiera una próxima fecha, lanza su guitarra en “Sounds of Winter” y ocasiona una turbulencia colectiva en “Everything Zen”, definitivamente un grunge star eterno.

La otra parte de la banda, Chris Traynor y Corey Britz, guitarra y bajo respectivamente se vieron sólidos en la primera línea, grunge de fuerza y desborde de intensidad, se lucen en su versión bushera del clásico “Come Together” y despiertan un grito nuevo con cada acorde.

Una nube de humo violeta cubre las notas de “Glycerine” mientras la voz de Gavin se siente como nunca, rasposa y sucia; un esfuerzo romántico en tiempos violentos. Cierran la noche (que apenas comienza) con “Comedown” y se despiden a un teatro convencido de la inmortalidad de los británicos y la permanencia, por más nostálgica del grunge.

En un cambio de secuencia el telón del teatro no cierra, decenas de roadies entran y salen mientras preparan el próximo set noventero, Stone Temple Pilots llegaría con la voz de Jeff Gutt, quien remplaza a dos fallecidos rockstars que ocuparon ese puesto tan glorioso en otras épocas, Scott Weiland, fundador de la banda y Chester Bennington, quien lo reemplazaría en el 2015.

22:00hs y la atmósfera cambia por completo, activadas las máquinas de humo todo se convierte en un bar de California, es la esencia y la sexualidad del hard rock de principios de nuestra experiencia juvenil, STP tomaba fuerza con “Wicked Garden”.

Los años pasan pero el sonido queda, los hermanos DeLeo junto a Eric Kretz mantienen vivo a los clásicos pilotos, clásicos de “Purple (1994)” y “Core (1992)” suenan como si el tiempo no pasara, algún creyente podrá afirmar que la figura de Weiland descendió por momentos en las voces de Gutt y del público al sonar “Creep”.

El frontman hace su trabajo, mantiene viva la esencia erótica de los Stones como banda sonora de pornografía de carretera, salvaje y desnudos, desviste al escenario al cantar una versión sudorosa de “Plush”, incluso da cabida al nuevo sonido en “Meadow”, último single de su más reciente producción.

Entre problemas de sonido la banda se mantiene activa, se divierte y entretiene al público, años de experiencia los hace no tomarse tan en serio y pasarla bien en el escenario, cierran la noche con “Sex Type Thing”, un himno de nuestra época que se mantiene vivo en millones de auriculares y al que le sumaremos esta imagen de una noche donde todos tenemos 15 años una vez más, inseguros, inexpertos pero vivos y salvajes.

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