At the Drive In | Teatro Flores | 13.11.2018
Cronistas: Paola Sánchez y Daniel Borjas
Ph: Diego Hómez
Llegamos a esa famosa esquina de Rivadavia: ataviados, apurados, queriendo entrar muy rápido y ver a la banda, no quisimos perdernos de nada, en la fila de acreditaciones nos encontramos Paola y yo, más que listos para lo que se venía, secamos gotas de una lluvia que amenaza con romper el cielo pero la verdad ya nada importa, estamos a pasos de entrar en Rivadavia al 7806.
55 minutos fue todo lo que necesitó Cedric Bixler-Zavala para convencer a todo el Teatro Flores de que el post-hardcore de ATDI está más vivo que nunca, desde el primer golpe en la cara de “Arcarsenal” hasta la puñalada final de “One Armed Scissor”, sentimiento frenético contagiante entre la humedad y las columnas del recinto, juegos con el micrófono, miradas amenazantes y una presencia calculadora y perturbadoramente calmada de Omar Rodríguez-López a un extremo del escenario.
Una vez afuera Pao y yo hablamos acerca del recital camino a casa mientras tomamos el último subte en San Pedrito, uno más emocionado del otro trató de poner en palabras claras lo que fue una “corta” noche y fue algo más o menos así:
Pao:
De principio a fin, los texanos nos brindaron un viaje imparable y violento de post-hardcore, por momentos muy punk que hizo que en segundos se armara el pogo más apetecible que vi en meses, el pogo te invitaba a estar en él, te llamaba a revolcarse en él, volaron vasos de cerveza, cigarros, humanos, mucho sudor, mucho crowdsurfing, ese mar de gente que fluía hasta el escenario, que de cerca y de lejos podíamos ver que nosotros y la banda éramos uno.
Daniel:
Yo entré sin mirar atrás, me acerqué lo más físicamente posible al escenario y en un baile voodoo punk me dejé llevar por la agresividad de Cedric y el centenar de fanáticos en forma de pogo dispuestos a darlo todo al ritmo de los oriundos de Texas. “Governed By Contagions”, “Lopsided” y “No Wolf Like the Present” pasaban y solo nos quedaba tiempo para un respiro, secar el sudor y seguir. Y es que Bixler-Zavala era una máquina que no paraba.
Pao:
Cedric y su afro hermoso conquistaron Buenos Aires, una energía del más allá, dio cuenta que es uno de los frontman más maravillosos que nos dio Norteamérica; durante todo el show no paraba de moverse, de cantar, de tocar, de bailar, de fundirse con nosotros, salvajemente, hablando en español y dándonos mucho amor. Posiblemente morí de amor y emoción cuando tocó la melódica de “Napoleon Solo” de “In/Casino/Out (1998)”.
Daniel:
Ufff, ¡temazo! fue mi momento favorito de la noche, tal vez por necesidad de respirar y bajar la velocidad o por la fuerza de las voces entonando el “it’s cause this is forever”, apenas y me dio tiempo disponible para una hidratación de cerveza fría.
ATDI suena increíble, técnicamente sin fallas, Tony Hajjar y Paul Hinojos son una bestia de otro planeta, suman un animal progresivo capaz de destrozar cualquier escenario, por otro lado Rodríguez-López a veces distante pero siempre concentrado, pareciera no permitir que la revolución acelerada del recital le afectara, es una guitarra matemática y en Zen con el universo.
Pao:
Te demarcan de entrada que son una banda única y particular, con un sonido increíble y atemporal, donde parece que no han pasado 17 años desde su último disco, que sentimos más bien como que se rompió en dos partes el tiempo, una dualidad, una especie de ida y vuelta, como que tomaste el Delorean y accidentalmente volviste al 2000 y a la vez que recién volviste del futuro, porque te hace pensar que nunca has escuchado esto en la actualidad y que deseas más, que el futuro de la música es esto.
Daniel:
¡Exactamente! Cuando la marea humana salta y mueve cada fibra de tu ser, el frontman es verdugo de un recinto lleno de sudor que mantuvo la noche como cardio agresivo entre temas en su mayoría del “Relationship of Commands (2000)” y el “in•ter a•li•a (2017)”, la banda nos mostró el ayer y el hoy como parte del mismo momento histórico.
Pao:
Pero, ¿duró demasiado poco no?
Daniel:
Incluso el interludio duró demasiado poco, media cerveza y ya la banda había regresado para cerrar con Scissor, te di el vaso y me metí al pogo nuevamente, desde adentro se siente el mejor At the Drive In, dejas de mirar al escenario y el ritmo se apodera de tu vida, quieres romperlo todo y sientes como el trabajo, la rutina y los problemas se desgarran con la garganta, la tuya, la mía y la de Cedric.
Tal vez no fue poco, tal vez fue lo justo, un camión que nos atropelló a todos que al darnos cuenta ya había pasado de largo, estuvo perfecto.
Pao:
¿En qué estación nos bajamos?
Daniel:
En la próxima, Castro Barros.