A casi un año exacto de su última presentación en Capital Federal, este viernes el Teatro Opera se llenó para volver a ver a una de las leyendas del rock nacional, Miguel Mateos. El show arrancó puntual con Pisanlov y siguió con Rock Libre.
Acompañado por una banda de excelentes músicos, se destacó un sonido poderoso, y una puesta de luces impecable. Un poco excesiva la cantidad de humo quizás, que se iba por los pasillos hasta la avenida Corrientes.
El, más que fiel público, de Miguel cantó absolutamente todos los temas. En este caso, el listado de los mismos no abarcó los tan populares éxitos radiales que había hecho el año pasado en el estadio Obras. Con una intro funky de Ariel Pozzo, y apoyado por el saxo de Oscar Kreimer, tocaron Mal herido. Siguió con Lola, tema que Miguel compuso hace casi treinta años, que lamentablemente trata sobre el abuso infantil por parte de familiares, que sigue vigente hoy en día.
Siguió el tema nuevo Nacional, canción compuesta con títulos de canciones del rock nacional a lo largo de 50 años, con su hijo Juanito en guitarra acústica, y con todo el público de las primeras filas haciendo flamear banderitas argentinas. Al anunciar el otro adelanto del nuevo disco, habló y se descargó a gusto hablando de los nuevos “artistas” de reggeaton, a quienes como mínimo tildó de misóginos, y arrancó El asesino del rock and roll.
Entrando a la parte de los éxitos más radiales fue finalizando el show. Miguel apareció en remera, más relajado, y sonaron Mensajes en la radio, Peleando por tu amor, Bar Imperio, Extra, Un gato en la ciudad, Solo una noche más y para aquellos que habían estado esperando toda la noche con alguna prenda, bandera u otro objeto para revolear, finalmente sonó Tirá para arriba.
Terminado el recital, Mateos fue presentando sobre el escenario a cada uno de sus asombrosos músicos, hubo revoleo de púas y palillos correspondientes y todos contentos a casa. La banda, por su parte, partió rumbo a Mar del Plata para tocar al día siguiente.