Richard Bona | Teatro Coliseo | 27.09.2018
Con la llegada de la primavera y los últimos meses del año, la ciudad de Buenos Aires se llena con la mejor música del mundo, los amantes del jazz guardan sus vinilos cuidadosamente para salir a recibir a exponentes del género negro que aunque repitan sus visitas siempre serán bien recibidos. Viernes por la tarde, saltamos charcos dejados por la lluvia incoherente y evitamos a la maquinaria ejecutiva que se despliega por microcentro en búsqueda del primer trago del fin de semana, nuestro destino es Teatro Coliseo, que a las 21:00 hs conecta su Fodera Signature Imperial el gigante del jazz y world music Bona Pinder Yayumayalolo, mejor conocido como Richard Bona, con sus 50 años de edad y alma ancestral.
La noche entra en el marco de las Jazz Nights, ciclo curado cuidadosamente por la productora ceroveinticinco, experta en el género y que ya nos ha regalado eventos de primera categoría, Bona sería la primera de estas nights, que cerrarán en los próximos meses con las visitas de Herbie Hancock, Branford Marsalis y Victor Wooten, todos eventos imperdibles, que gran fin de año nos espera.
Mientras se llena el colosal Teatro Coliseo escuchamos al trío de Leo Fernández, guitarrista del que hemos disfrutado un par de veces, acompañado por batería y contrabajo, recomendable siempre verlo en sus presentaciones en Thelonious Club y Borges 1975, recintos conocidos en la movida jazzística de la ciudad, un placer escucharlo.
Cierra y abre el telón, aparece Bona con su Fodera de 5 cuerdas, vestido de gris cálido y de lentes oscuros, su cabello envuelto en una tela mística, lo acompaña un ensamble de lujo: el trompetista cubano Dennis Hernández y el guitarrista Ciro Manna como compañeros fieles que vienen girando desde hace rato y como nueva incorporación Michale Lecoq en los teclados y un joven Archibald Ligonniere en la batería. Good night Buenos Aires mientras suena “Kalabancoro”, inmediatamente el groove inunda el espacio, la banda suena perfectamente engranada pero al mismo tiempo suelta y relajada.
La voz de Bona es mágica, camerunés de familia musical y espiritual es un gurú al cantar, la mayoría de sus letras son en Duala, uno de los dialectos de su país, difícil traducirlas pero en sus propias palabras, Kalabancoro habla de rechazo y olvido, sin embargo no es necesario explicar tanto, lo poderoso de la música es poder sentirla sin palabras, sin necesidad de entender, solo sentir.
Sigue con “Please don’t Stop”, de su álbum “Tiki”, reconocido tema de smooth jazz cuya letra fue escrita y cantada por John Legend, el bajo eléctrico es exquisito, aplausos suenan y Lecoq acompaña en una base funky-eléctrica que hace mover a un Coliseo casi lleno de fanáticos de todas las edades, viejos entusiastas, jóvenes músicos y melómanos naturales.
“Te Misea” (A Scream to save the Planet) nos lleva a los orígenes de Bona, el humo se cuela por las luces violetas que regalan apenas brillo al escenario, vemos a los lados sonrisas que se dibujan en el público, algunos ojos cerrados los transportan a un lugar feliz, tal vez a un recuerdo casi olvidado. Dennis Hernández es un lujo en la trompeta, formó parte de la gira de “Heritage” y el son cubano que corre por sus venas se nota en cada soplo de aire, siempre serio se roba el show cada vez que opina (musicalmente).
Bona es místico y gracioso, bromea con el público y sus gritos fanáticos, presenta a la banda y recuerda su última visita a la ciudad, se le ve contento de regresar, solo un genio puede tener tanto talento en su cuerpo y aun así verse humilde ante el mundo, presenta “Shiva Mantra”, balada hindú espiritual escrita durante su paso por la India, el silencio inunda el espacio, respeto por la música o hipnosis colectiva de cientos que apenas pestañean al escuchar y ver tanta magia.
Como terapia musical Richard decide quedarse solo junto al público, es su turno de divertirse con sus juguetes y su voz, presenta su Voodoo Black Machine (un Boss RC-30 Loop Station) donde simula vocalmente un coro de voces e instrumentos en su tema “Tumba la Nyamba”, concepto que introdujo desde su época con Pat Metheny Group, imposible no emocionarse y sorprenderse con su calidad vocal, soliloquio perfecto.
La banda regresa con un solo de Ligonniere, el joven francés sorprendió, manejaba los tiempos con delicadeza metronómica, jugaba con el silencio del recinto y los espacios que él mismo generaba, excelente.
Top moment of the night: el cover de “Teen Town”, original de Jaco Pastorious y mayor influencia bajística de Bona, no podemos expresar en palabras la majestuosidad, el talento, el tempo y el groove que tiene Richard en sus dedos, la complicidad con la que juega con cada uno de la banda es de un maestro, improvisa con la trompeta, abre espacio a la guitarra soulcística de Manna y hace correr a un Archibald en el mismo tema, seña de reverencia mundial, no lo merecemos.
La noche cierra (aparentemente) con “Diba La Bobe”, de su álbum del 2013 “Bonafied”, y justamente la única forma de describir a Bona es a través de adjetivos sinónimos de la palabra: genuino, real, auténtico y verdadero; el público se levanta y baila (incluso sin saber como) volviendo todo una fiesta, celebración de la música y la vida de uno de los grandes exponentes de jazz de antes y el ahora: Richard Bona.
Todo acaba, pero humildemente el camerunés regresa para terminar su cerveza, agradecer con una sonrisa y regalar un poco de su “Akwapella”, se despide y salimos todavía asombrados de lo que acabamos de disfrutar, en el foyer del Teatro la gente se acumula para ver que el maestro estaba entre el público llenando el espacio de alegría, fotos y abrazos; Bona es un regalo para el mundo.
Por cierto, Ndolo significa Amor en Duala. 🙂