Este viernes 7 de agosto se cumplen 30 años de la publicación de uno de los álbumes más importantes del rock latino, Canción Animal de Soda Stereo.
Soda entró en los ‘90 pisando fuerte, con un sonido mucho más crudo y contundente, en contraste con la parafernalia de producción que significó el álbum de larga duración anterior Doble Vida (1988) que había contado con la producción del gran Carlos Alomar. En este caso quienes asumieron ese rol fueron Gustavo y Zeta, que buscaron reivindicar el sonido y la propuesta de bandas que los marcaron de adolescentes, como Pescado Rabioso, Aquelarre, Color Humano y Vox Dei, sin abandonar la sensibilidad pop que caracterizó a la banda desde sus inicios. El sonido logrado también se puede emparentar un poco con las movidas británicas de rock alternativo de ese momento, de las que se pueden mencionar bandas como Stone Roses y Happy Mondays entre otras.
El comienzo fue un big bang y fue caliente: Con ese patrón de batería tan característico, al que brevemente se suma el furioso riff de guitarra en una clave rítmica poco convencional de ⅞, arranca (En) El séptimo día, tema que abre el álbum y ya nos va metiendo en clima.
Le sigue Un millón de años luz, crónica de perversiones nocturnas, y cuya armonía fue muy influenciada por el tema Tempted de la banda británica Squeeze, que en los versos tiene prácticamente la misma armonía sobre la que se armó el tema de Soda.
Este álbum también significó el comienzo de una nueva etapa musical para Gustavo Cerati, quien en ese momento tenía 30 años y forma una notable dupla compositiva con Daniel Melero. Anteriormente, Soda había hecho en su álbum debut el cover de Trátame Suavemente, tema de Daniel, pero a partir de estos años empiezan a hacer temas en conjunto, como es el caso de la que le da el título al álbum Canción Animal, que profundiza en la temática de lo sexual, la perversión y el deseo.
Esta dupla, un poco al estilo Bowie-Eno, con gran capacidad de experimentar en nuevos sonidos, desembocó en Colores Santos, y en algunos temas del siguiente álbum de Soda, Dynamo, ambos editados en 1992. Melero también aportó teclados en algunas canciones y fue artífice del concepto del álbum junto a la banda.
La simpática y olvidada por muchos 1990, es una pieza con una onda bastante psicodélica-beatle, que cuenta con un genial solo a cargo de Tweety González, quien se encarga de las teclas en todo el álbum, y a partir de allí se convertiría en un colaborador habitual de la banda y de la carrera solista de Gustavo.
Otro importante colaborador fue Pedro Aznar, que hizo los arreglos vocales del álbum y también aportó coros en algunos temas.
Las percusiones estuvieron a cargo de Andrea Álvarez, que recientemente compartió en su Instagram (@andreaalvarezaa) algunas postales de la grabación del álbum.
Las guitarras distorsionadas vuelven a tomar protagonismo en Sueles dejarme solo, que da paso al hit más grande de la historia de Soda, De música ligera. Tema que según cuentan se iba a llamar Autocine, justo ahora que estos recintos vuelven a estar en boca de todos, como nueva modalidad de esparcimiento en tiempos de pandemia.
El séptimo track, es a mi humilde entender, el punto más alto, con esa memorable línea de bajo a cargo de Zeta que resulta hipnótica y nos va llevando lentamente a saltar de la cubierta y abandonarnos a la corriente de los riffs y variados solos de guitarra que caracterizan a este tema, el más extenso del álbum.
La despojada Té para tres, como muchos sabrán, refleja el difícil momento familiar de Cerati, cuyo padre estaba atravesando una enfermedad terminal que tiempo después le costaría la vida.
Otro tema que funciona como otro de los pilares conceptuales que sostienen la obra es Entre Caníbales, que al igual que lo que ocurre con el tema anterior, las versiones originales, incluídas en el álbum, suelen ser mucho menos conocidas o escuchadas que las que se editaron posteriormente en Comfort y música para volar (1996), entre otras.
El melancólico cierre es con Cae el sol, una canción llena de melodía y con una clara influencia de The Beatles, en su etapa final; de hecho, hacia el final la guitarra sugiere lentamente la melodía de Here comes the sun mientras el tema se diluye en fade.
Grabado en los Criteria Studios en Miami entre junio y julio de 1990, contó con el eterno Adrián Taverna junto a Peter Baleani coordinando todo desde las consolas. Como dije al principio el álbum se presentó en el mes de agosto del mismo año, y poco tiempo después se dió inicio a la Gira Animal, que contó con una parafernalia sin precedentes para la banda, giraron por todo el país y por toda Latinoamérica e incluso llegaron por primera vez a España.
La portada, según los créditos, fue ideada por Gustavo y Zeta, aunque al parecer tuvo mucho que ver Paola Antonucci, que en ese momento era pareja de Gustavo, e inspiró la tapa y varias letras. Nuestra cronista y DG estrella de No Son Horas, Mica Nanni, cuenta más sobre la historia de este arte, para quienes gusten escucharla, pueden hacerlo en este link.
Este álbum, como es sabido, ha sido muy influyente para las generaciones musicales que siguieron, pero también fue muy importante para ellos mismos; esto se observa en hechos como por ejemplo que, en todas las giras subsiguientes, en proporción solían tocar más temas de este álbum que de cualquier otro, incluso se despidieron en el último concierto de 1997 en River con Cae el sol y De música ligera, con el speech del adiós y el gracias totales incluido.
P.D: Quiero terminar haciendo una mención especial al PH Nicolás Petrone de NSH, quién allá por 2002, cuando estábamos en sexto grado, y luego de insistirle me prestó el cassette de Canción Animal que era de su vieja, y que le devolví tiempo después, no sin antes hacer una copia en un TDK. En esos tiempos recién empezaba a indagar más en esta música y especialmente en esta banda, ya que en agosto de 1990, al igual que el álbum, este cronista recién estaba viendo la luz.